Diez puertos europeos ya explotan con éxito el modelo que quiere desarrollar Sevilla en Tablada con la rehabilitación de las naves de la Raza
Sevilla ganará en los próximos años un nuevo muelle urbano, que dará identidad a ese distrito portuario situado entre los puentes del Centenario y los Remedios. Tablada, con sus naves regionalistas y los tinglados, se convertirá en una zona de paseo y encuentro que revitalizará por completo la avenida de Las Razas, completando el polo empresarial previsto en la otra acera. El modelo no es nuevo. Lo explotan con éxito puertos marítimos y fluviales desde Copenhague a Lisboa, convirtiendo estos espacios infrautilizados en nuevos productos de ocio y turismo.
El ejemplo más cercano a Sevilla es el Muelle Uno de Málaga, en el que se ha fijado la Autoridad Portuaria para esbozar el modelo que pondrán con detalle sobre plano el estudio de arquitectura Eddea.
Málaga
La capital de la Costa del Sol empezó a diseñar este espacio a finales de los noventa cuando cambiaba el panorama de los tráficos marítimos. Doce años después era una realidad, reconvertido en una calle comercial con un balcón al mar en el que atracan a diario yates y veleros que completan la estampa. El origen fue más comercial que cultural, pero hoy conviven museos como el Pompidou, oficinas, restaurantes y tiendas en los más de 56.000 metros cuadrados que ganó la ciudad. La inversión rondó los ochenta millones de euros y generó 400 puestos de trabajo, que han ido aumentando a la par que la oferta de servicios.
Valencia
A Valencia le llegó su oportunidad con la celebración de la Copa América de vela en 2007. El evento se celebró a lo grande, como era costumbre en el Levante y se invirtieron 400 millones de euros procedentes de créditos ICO en edificios de reconocidos arquitectos, puentes y toda la reurbanización del entorno. Lo más rentable de aquel dispendio fue, en realidad, lo más barato: las dos marinas con más de 600 puntos de atraque que disfrutan de una ocupación media y alta durante todo el año. Después se establecieron numerosos locales de ocio, que han devuelto la vida al puerto valenciano.
Barcelona
Algo más al norte, los muelles de Barcelona ya fueron pioneros en establecer esa relación puerto-ciudad que ahora pretenden otros. Se inició a finales de los ochenta con el derribo de las vallas de acceso y el traslado de las actividades pesadas a zonas más alejadas del casco urbano. Su cercanía con Las Ramblas y la revalorización del entorno fueron fundamental para una rápida ocupación. Allí se crearon embarcaderos para yates y veleros y se construyó un centro comercial. Después llegaron hoteles y negocios de servicio que configuran un auténtico distrito económico.
Bilbao
Algo más moderna es la transformación del puerto de Bilbao, obra del consorcio Ría 2000, en el que están integradas todas las administraciones públicas, independientemente de su color político, con una participación parecida. La misión fue recuperar zonas en desuso y el muelle portuario donde estaban los astilleros reunía todas las condiciones.
Desde 1992 se viene creando esa ribera urbana situada entre el museo Guggenheim y el Palacio Euskalduna con la rehabilitación de los viejos tinglados portuarios y el depósito de contenedores. Aquel suelo productivo se transformó en una zona de esparcimiento con parques, paseos, edificios de viviendas, la biblioteca de Deusto, obra de Rafael Moneo; el paraninfo de la Universidad del País Vasco, de Álvaro Siza; el centro de ocio Zubiarte, que diseñó Robert Stern y la Torre Iberdrola, de César Pelli.
Lisboa
Pero si hay un caso que realmente puede servir de espejo a Sevilla es Lisboa. El entorno conocido como las Docas de Santo Amaro se encuentra al este del puente 25 de Abril y junto al río Tajo. Dispone de un puerto deportivo para 321 embarcaciones, algo parecido a lo que la Autoridad Portuaria Hispalense quiere crear en el muelle de Tablada, así como antiguos almacenes que se han rehabilitado para albergar restaurantes y locales de ocio nocturno.
Marsella
La necesidad de ganar espacio para el peatón fue motivación suficiente para abrir al público el gran puerto de Marsella, que es todavía uno de los más importantes de Europa. Hace casi dos décadas que se empezaron a crear estos grandes paseos junto al cantil del muelle viejo, como se le conoce y que frecuentan residentes y visitantes de la ciudad francesa. Los trabajos portuarios pesados que se hacían en esta zona, la más cercana al casco urbano, se trasladaron hacia el sur, a fin de liberar suelo sobre el que se han levantado edificios singulares como el museo de las Civilizaciones o se han rehabilitado otros como la antigua lonja, reconvertida en el Teatro Nacional.
Génova
La intervención en Génova fue similar en el tiempo y en la forma, pero mucho más monumental con equipamientos como el acuario, que es el segundo mayor de Europa o el museo del Mar, ambos obra del arquitecto italiano Renzo Piano. Otra diferencia es que, en este caso, sí se construyeron viviendas, dando respuesta a una creciente demanda. Otro de sus atractivos es que ofrece una visión magnífica del palacio de San Giorgio, construido entre 1257 y 1260, que es uno de sus principales monumentos.
Ámsterdam, Hamburgo y Copenhague
En Ámsterdam la intervención fue en los muelles interiores y almacenes, que se transformaron a finales del siglo XX, dejando más espacio libre para el ciudadano. En estos lugares se construyeron viviendas, equipamientos públicos y privados y áreas de ocio.
Hamburgo siguió sus pasos, dejando atrás el pasado industrial y reconvirtiendo esa zona pegada al mar en un paseo de encuentro con facultades universitarias, museos y parques. Se hizo a través de inversores privados que apostaron por ese crecimiento ligado al puerto. También el de Copenhague, aunque en este caso se impuso más el modelo residencial. Allí se creó un nuevo barrio con infraestructuras de vanguardia, edificios universitarios y muchos servicios públicos.
Fuente: https://bit.ly/2EBQEZH