Las históricas relaciones comerciales entre Canarias y Holanda no siempre han estado marcadas por el cruel ataque contra la ciudad de Las Palmas por Peter van der Does. El negocio de los holandeses en las islas data del siglo XVI cuando aparecían por las costas de las islas comercializado cereales nórdicos aunque existía guerra con España. Llevaban su mercancía a mercados como Tánger y acto seguido enfilaban Canarias para dar un asalto a Brasil. Actualmente dos decenas de empresas realizan negocios de forma permanente con Canarias desde Holanda aunque el turismo y la tenencia de valores es lo que lo marca todo. Desde hace 430 años los holandeses emplean las islas como trampolín en el Atlántico. Los embargos se los saltaban a la torera también con Felipe II. El ataque de Van der Does a Las Palmas en 1599 así como el Tratado de Vervins con Francia de 1598 y el Tratado de Londres con Inglaterra de 1604 les daba igual porque engañaban colocando bandera de conveniencia.
Los holandeses estaban desmadrados en Canarias cuando ni se acercaban a la Península para evitar caer intervenidos. Así, traían desde Suecia a Canarias madera y cereales como el lino. Cuando temían que sus cargas fueran embargadas, izaban bandera alemana y se presentaban como procedentes de Hamburgo con papeles supuestamente legales. La invasión de 1599 en Las Palmas llegó a tal punto que en octubre de 1634 un total de cuatro fueron avisados con piezas de artillería de que ni se les ocurriese entrar con sus 500 toneladas de mercancía en el puerto de Las Palmas por si venían a hacerse con las islas. Eran épocas en las que Canarias era clave para enfilar el mercado africano en espacios como Ghana o Angola.
El profesor de Historia Moderna Germán Santana (ULPGC) señala que “además del papel de avituallamiento de Canarias, a los holandeses les habían interesado las posibilidades de contrabando al ser las islas un puente entre los continentes atlánticos” ya que “el contrabando se basaba en la introducción fraudulenta de manufacturas noreuropeas, sobre todo textiles, y la captación de materias primas americanas, entre las que se contaba la plata y otros metales preciosos”. El procedimiento era: socios locales de los holandeses desde 1650 triangularon con plata americana o tabaco de contrabando, y “al mismo tiempo los franceses negociaban artículos prohibidos procedentes de Holanda y Hamburgo”.
Santana Pérez apostilla que “otra forma de fraude fue la habilitación de navíos holandeses como nacionales para realizar el comercio con América, como la urca holandesa que en 1753 hizo viaje a Caracas. A los holandeses se les acusaba además hacia 1652 de introducir sus mercancías de forma ilegal hacia ese continente y de recibir la plata que llegaba, contactando con los navíos a media jornada de las Islas, antes de tocar puerto”.
Entre una cosa y otra, al final todo este tránsito generó que los productos de Canarias se centrifugaron porque los holandeses tenían a las islas como mercado de paso. Así se explica que llevase vino de Canarias a Constantinopla o la uva de las islas a Sudáfrica o intermediación en el rescate de canarios que eran secuestrados por los moros en África a pesar de las prohibiciones de estas negociaciones. Como en Canarias estaban muy controlados los holandeses disputaron costas mauritanas hasta hacerse con la isla de Gete (Arguin), desde la que anclaron sus intereses basados en comercios ilegales de todo tipo con Canarias: esclavos desde 1640 como mano de obra interior en las islas. Aunque los referidos acuerdos con los holandeses estaban vetados desde la Península, en 1656 Alonso de Ávila y Guzmán, gobernador de Canarias, ordenó a un comando holandés conocer en Berbería el paradero de unos isleños hechos presos en Berbería.
Para el profesor Santana Pérez, la historia de las relaciones comerciales hay que tenerlas en cuenta porque “cumplieron sus propósitos de colocar sus mercancías (tanto de elaboración holandesa, como de redistribución de los países del área del Mar del Norte y del Báltico), para obtener artículos canarios y, sobre todo, americanos, utilizando para ello todos los medios fraudulentos a su alcance” y porque Canarias les servía “como punto de apoyo para sus navegaciones hacia América, África y Asia” y provocó que el archipiélago fuera parte “del telón de fondo de la actividad corsaria holandesa contra los propios españoles y también contra otras potencias con las que estaban enfrentadas”.
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