Análisis.
Un feo entramado.
Antonio Armas revela unos manejos sorprendentes, no acordes con la naviera con el contrato del Estado.
Las navieras Armas y Trasmediterránea se enfrentan a un giro del destino. La presión desde todos los ángulos es patente. ¿Cómo rescatará el Estado a una compañía con un entramado acreedor y societaria y de flota semejante? En pocos días se tiene que dar la solución. La misma compañía en su anuncio de aplazamiento de nómina lo condiciona a los pagos de los clientes, un eufemismo para varias cosas. Aguardan el resto de navieros, desde Boluda en adelante para prestar ayuda, pero el Estado no lo tiene fácil para acertar. Se entra en un nuevo capitulo de opacidad que ha arrastrado Trasmediterránea desde que se nacionalizó.
Cuando Antonio Armas, el llano, naviero canario, recibió de manos de los ejecutivos de Carus, el premio a Naviero Excelente del Año en 2018, y fue aplaudido en honor de multitud, por sus colegas de Anave, que sancionaron la buenísima elección del patrocinador y su director, muchos vieron lo irreal de la escena. Los navieros de nobleza y abolengo, en casos apropiada, aplaudían a un outsider. Un canario son cara de jubilado inglés, del que se sabía podo y menos de donde había sacado los 380M€ que querían los otros condotieros los Entrecanales.
Antonio Armas, un outsider, en el rancio Wellington de Madrid, sentía que Trasmediterránea ponía la guinda a una vida de trabajo; ahora los acreedores de todo tipo han descubierto que a la hora de embargarle una deuda, algunos barcos no son de quien deben ser, y tan recientemente como hace 5 meses, julio, cuando cambiaron de manos. No son de Trasmediterránea.
Si no es alzarse con el santo y la limosna, que no es muy pío, se puede decir que es alzarse con el barco y la chimenea.
Una sociedad desconocida para unos incrédulos acreedores, Armas Trasmediterránea Factoring S.L., constituida en julio, y con 151 Millones de euros de capital, posee barcos desde entonces, al parecer 4. Cómo se ha hecho tal movimiento que algunos llaman de vaciamiento es todo un arte. Pone a salvo los activos mientras Trasme sigue con las deudas.
En finanzas, el factoring, consiste en que una empresa toma las facturas de otra para adelantarlas y luego cobrarlas, pero aquí se ve que para eso se le han cedido activos para poder apalancarse, y reenviar esa financiación de vuelta a la matriz, esa sería la interpretación más benévola, pero ni esa se ha dado por Armas, no se sabe que esconden. Evidentemente descapitaliza la matriz, si la hay, de un endeudado entramado.
Lo que se ha descubierto ya está hecho, y parece una herramienta más para sostener la empresa pero con daños colaterales para los acreedores.
Trasmediterránea se va vaciando, ahora tiene unos 10 barcos en propiedad y 17 fletados, 7 a Bahía de las Isletas, propiedad de Antonio Armas.
Hace tiempo que el entramado financiero de Antonio Armas alrededor de su sociedad Bahia de Isletas aparece frágil cuando menos.
Antonio pasó de ser un naviero que botaba buenos barcos, daba un servicio limpio, cobraba las subvenciones que se ofrecían a todos, y no hacia locuras como aquellos Jet Foil de Trasme que dejaban inválidos. Los hipotecaba con prudencia, por ejemplo por 35M€ en 2011, pero en 2016 pasaba a rehipotecarlos por 300 M€, un cambio que coincide cuando comenzó a frecuentar La Moraleja, la sede de Acciona, y sus artilugistas financieros.
Llamado en serie por los Entrecanales, como a los Matutes, Aznar o De La Peña, etc., para solucionar la Trasme, se pasó a rumorear, al principio de sus visitas, que Acciona lo absorbía; pero los Entrecanales pasaron a considerarlo un objetivo, idóneo, para colocarle la naviera entera, el peso muerto, de la que ya tenía Armas, desde la privatización un pequeño porcentaje. Tu puedes chico, le decía el fino Vega Penichet.
Solo había que entrenarlo financieramente. Antonio venía con oficio de manejarse en el Gobierno autonómico y sus subvenciones al transporte, pero los bonos, las refinanciaciones a lo grande, era algo de los dueños de Bestinver.
Aumentó las hipotecas hasta se cree 700 millones, más luego el golpe de gracia de conseguir 600 M€ en dos emisiones de bonos, más 126 M€ que le prestaba Acciona Financiación de Filiales SA. Un total de 1.500 M€ de deuda se cree, que no se desmiente. Más 50 M€ del ICO, y 75M€ de fondos americanos, desde el verano.
Ahora la tensión se ha desplegado. Ha pedido más de 100M€ a la SEPI, detiene los pagos a proveedores, a los empleados, retrasa el servicios a los archipiélagos, y pone al Gobierno contra las cuerdas, además de a los acreedores y bonistas.
Eleva la presión para no soltar Trasmediterránea sin una ganancia, que muchos dicen que es lo único que pretendía, pero que el Covid arruinó.
La realidad es que su aventura no no era financieramente creíble, no contaba con un plan para producir el Ebitda de 35M€ para ir reduciendo y saneando estructura durante años, y se embarcó en una guerra con Balearia.
Ahora con el Covid, este lo podía utilizar a su favor, pero estos movimientos contra acreedores tan felices antaño, no le dan la mejor credibilidad, pero cree que cuenta con una ventana de oportunidad.
Forzar a los bonistas para una quita del 50% (los bonos ya han perdido el 60%, el 3 estaban a 39%) a cambio de acciones, la entrada de la SEPI, y el en el centro él salvando a todos.
En contra está el Gobierno que no quiere estar dando ayudas a diestro y siniestro, la presión de Boluda y otros navieras que la quieren y dicen se harían cargo sin poner un duro.
Pero para eso deberían llevar a Armas a perder su equity y los bonistas y acreedores quedar a merced de ellos. Algo muy difícil salvo que el Gobierno y el PSOE lo lleven a ello, tienen el BOE a su favor y pueden intervenir la empresa, aflorar perdidas, hacer una operación acordeón y que los bonistas pierdan todo y Antonio la compañía.
Pero Armas se resiste. Ahí está la clave en los duros de la SEPI.
Fuente:
REVISTA PUERTOS Y NAVIERAS – 06/12/2020