El 1 de noviembre de 1891, arribó al Puerto de La Luz, en Gran Canaria, el vapor inglés Roquelle.
Procedía de Liverpool, y en sus entrañas traía todo tipo de mercancías para llenar los estantes y almacenes de los comercios de la calle Triana. El manifiesto de carga fue publicado ocho días después en Liberal de Tenerife, Diario de la mañana.
Una relación detallada que merece la pena transcribir, pues nos permite hacernos una idea de las necesidades de una pequeña población con aires de gran ciudad. Sin más preámbulos, adentrémonos en las bodegas y veamos qué traía y para quién.
“A D. Roque Hidalgo, 1 bulto de lona. Antonio Baez, 1 caja de algodones. Peña y Compañía, 2 fardos algodones. José Lisón, 1 fardo de algodones. Ignacio Cantero, 6 cajas batista, 1 caja de algodones. Pantaleón Quevedo, 2 fardos de algodones. Ignacio Cantero, 1 caja de sombreros. Miller y Compañía, 1 fardo de algodones, 1 barril de ferretería, 2 cajas de pescado, 2 barriles de calderos. Ignacio Cantero, 2 cajas de tisis, 1 barril de porcelanas. Miller y Compañía, 263 cajas de jabón. Schaman y Pérez, 4 cajas de loza. Diego M. Miranda, 1 caja de algodones. F. Pérez, 100 sacos de papas, 5 fardos de guata. Ignacio Cantero, 4 cajas de algodones. Lathbury, 82 bultos de maquinaria, 1 barril de brea. Peña y Compañía, 2 bultos de algodones. Ignacio Cantero, 2 cajas de sombreros. Miller y Compañía, 1 fardo de algodones. Eduardo Briganty, 2 bultos de algodones. A. Baez y González, 1 caja de algodones. Antonio Castillo, 30 barriles de galletas. J. Rodríguez González, 25 sacos de arroz. Miller y Compañía, 9 bultos de algodones, 1 fardo de hilos, 1 paquete de muestras. Lozano Pérez, 1 caja de algodones, 3 fardos de algodones. Elder Dempster y Compañía, 54 sacos de papas. E. Sánchez, 4 camas, 5 cajas de maquinaria. M. Espino, 2 bultos de algodones. Swanston y Compañía, 8 bultos de algodones, 2 paquetes de muestras, 40 sacos de arroz, 1 caja de redes, 7 bultos de papas, 3 cajas de objetos de escritorio. Compañía de Vapores Correos Interinsulares, 4 postes de hierro, 1 fardo de cortinas. A la orden, 1 caja escritorio, 6 bultos acero, 8 barras de hierro, 9 anclas. Lion Trading y Compañía, 1 caja de muestras, 1 caja cristal, 2 cajas de queso. Elder Dempster y Compañía, 26 cajas de whiskey, 2 cajas de muestras. A la orden, 8 fardos de papel. S. Nóbrega, 3 bultos sillas de mimbre. Francisco González, 10 bultos de muebles. M. Etern, 1 paquete de bordados. Elder Dempster y Compañía, 31 cajas de vinos. Miller y Compañía, 1 caja de cartuchos, 1 caja de escopetas.”
Esto para Las Palmas. Para Santa Cruz de la Palma traía un poquito de carga:
“A Viuda e Hijos de J. Yanes, 224 cajas de jabón. Rodríguez y Compañía, 4 cajas de galletas, 200 cajas de jabón.”
Y para Lanzarote, a nombre de don G. Molina Pérez: “1 caja de tisús, 1 caja de algodones.”
Este manifiesto es solo un ejemplo. La prensa del momento los publicaba a diario, y para mí son un entretenimiento porque me acercan a una época que, por alguna razón que desconozco, añoro con todas mis fuerzas.
Termino este artículo con un verso de Don Nicolás Navarro Sortino (1867-1895) y que no hace más que avivar esa llama que arde en mí: “[…] Las Palmas se ha convertido en un París o un London”.