Desde su inauguración en 1869, el Canal de Suez ha sido una de las vías marítimas más transitadas. Reunimos algunos datos interesantes de su historia.
El Canal de Suez es una de las vías navegables más importantes del mundo. Con sus poco más de 160 kilómetros de largo y sus 22 metros de media de profundidad, esta arteria acuática conecta en una línea (casi) recta el mar Mediterráneo y el mar Rojo en un viaje de unas 15 horas, lo que permite a los barcos ahorrarse miles de kilómetros de travesía al no tener que rodear África para ir de Europa al sur de Asia o viceversa. Su indudable utilidad lo han convertido en uno de los puntos geográficos de mayor relevancia y rentabilidad del planeta y esto, naturalmente, ha hecho que sean muchas las miradas que se han posado en él a lo largo de la historia.
A continuación, recopilamos algunos de los momentos clave del Canal de Suez desde su creación hasta la actualidad; hechos con los que saber más sobre la carótida de la Tierra.
Su construcción comenzó en 1859
El actual Canal de Suez no fue el primer proyecto que se planteó en la zona. En el siglo XIX antes de Cristo, el faraón Sesostris III inició un proyecto con el que pretendía unir el Nilo y el mar Rojo a través de la ampliación de los afluentes del primero. Ramsés II y Ptolomeo II, por nombrar solo algunos, también trabajaron en proyectos similares pero el que más cerca estuvo fue Darío I, el emperador persa y padre de Jerjes I. En el siglo XVIII, Napoleón quiso crear una vía acuática muy similar a la que hay actualmente pero parece ser que sus ingenieros se equivocaron al hacer los cálculos y nunca llegó a realizarse.
Llegamos así a 1854. Ese año un diplomático francés llamado Ferdinand de Lesseps convenció al pachá Mehmet Said, virrey de Egipto y antiguo pupilo de Lesseps, de que el proyecto del Canal de Suez no solo era factible sino que sería extremadamente rentable. Said concedió plenos poderes a su antiguo tutor y autorizó la construcción de dicho canal, supervisado por la Compañía Universal del Canal Marítimo de Suez.
Las obras del canal comenzaron en 1859 y la mayor parte de los trabajadores eran campesinos egipcios reclutados de manera forzosa que desempeñaban su labor en condiciones durísimas.
Tras la muerte de Mehmet Said, Napoleón III rechazó el sistema de reclutamiento seguido hasta entonces y el Canal de Suez se llenó de trabajadores de todo provenientes de todo el mundo. Aun así, se estima que su construcción dejó 20 000 muertes en total. La inauguración oficial se hizo en 1869 y fue un auténtico acontecimiento que reunió a algunas de las personalidades más importantes de Europa.
Custodia compartida entre franceses e ingleses
Como se ha dicho, tanto la construcción como la administración del canal estaban en manos de la Compañía Universal del Canal Marítimo de Suez, que había sido creada un año antes de que comenzaran las obras. El acuerdo al que se llegó con Egipto era que dicha compañía tendría la totalidad de los derechos de explotación del canal durante 99 años, momento en el que pasarían al país africano.
Sin embargo, el paso del tiempo haría que otros jugadores entraran en la partida y que el Canal de Suez se convirtiera en un premio demasiado suculento como para renunciar a él así como así.
Que un país tan influyente y poderoso como la Francia de finales del siglo XIX tuviera en sus manos el control del Canal de Suez levantó suspicacias y envidias desde el primer momento. Gran Bretaña, aunque aliada de los galos, seguía teniendo una profunda rivalidad en cuanto a temas comerciales y geopolíticos se trataba, por lo que aprovechó la primera oportunidad con la que se encontró para meter mano en el canal. En 1875, Egipto puso a la venta su parte de las acciones del Canal de Suez para aliviar su deuda exterior y el primer ministro británico, Benjamin Disraeli, corrió a hacerse con ellas contando con la aprobación de la reina Victoria y gracias a un préstamo de los poderosos Rothschild. Pronto, esta situación de poder compartido demostró ser muy beneficiosa para Gran Bretaña, que mejoraba notablemente su comunicación con los territorios más lejanos de su imperio.
Fue un punto estratégico tanto en la guerra como en la paz
En 1888, dada su importancia, la Convención de Constantinopla decretó que el Canal de Suez debía ser considerado una zona neutral bajo protección británica (que en tema marítimo, asustaba más que Francia) y que se debía garantizar su libre circulación tanto en tiempos de paz como de guerra.
Sobre el papel quedó muy claro, pero la realidad resultó ser algo más compleja.
De forma más o menos discreta según la ocasión, Francia y Gran Bretaña hicieron uso de su poder sobre el Canal de Suez para beneficiarse o para asistir a sus aliados, facilitando o retrasando el acceso y transcurso de depende qué naves. En 1904, durante la Guerra Ruso-Japonesa, Gran Bretaña forzó la detención de los buques rusos y dio a los nipones la oportunidad de prepararse para el combate. El Canal de Suez fue objeto de interés tanto durante la Gran Guerra como en la Segunda Guerra Mundial. En el primer caso, fue utilizado por los británicos para enviar tropas de refuerzo desde el sureste asiático a las trincheras europeas y se limitó el paso a los países no aliados. Durante la Segunda Guerra Mundial, los nazis planearon arrebatárselo a los aliados para bloquear sus vías de comunicación entre Asia y Europa pero fracasaron.
Propiedad egipcia desde 1956
En 1956, cuando faltaba poco para que se cumpliera el plazo y el canal volviera a ser propiedad egipcia (eso es lo que ponía en el contrato, pero ni Francia ni Inglaterra parecían tener muchas ganas de cumplir), el presidente Gamal Abdel Nasser decidió nacionalizar el Canal de Suez. La razón pública era que quería usar los nuevos beneficios que obtendría para financiar la construcción de la presa de Asuán, pero hay que ver esta acción dentro del contexto de tensión político-militar que se vivía en Oriente Próximo entre los países árabes e Israel.
La decisión de Egipto fue vista como una afrenta imperdonable por parte de Francia y Gran Bretaña. El 29 de octubre de ese mismo año, tropas israelíes penetraron en la península del Sinaí y comenzaron un avance imparable. Poco después, Gran Bretaña y Francia se ofrecieron para ejercer como mediadores pero Egipto rechazó la idea (como ellos esperaban), lo que permitió a los dos países europeos declarar la guerra a Egipto y entrar en la contienda. La victoria militar fue claramente para esta triple alianza pero no lograron sus objetivos, ya que la URSS (aliada de Egipto y Siria) amenazó con intervenir y Estados Unidos tuvo que darle un buen tirón de orejas a sus aliados europeos para que la cosa no fuera a más. La ONU medió para que Israel retirara sus tropas del Sinaí y Egipto logró hacer efectiva la nacionalización del Canal de Suez.
Llegó a estar cerrado ocho años
En 1967 estalló una nueva guerra entre Egipto e Israel. La llamada Guerra de los Seis Días, debido a su corta duración, comenzó con un ataque sorpresa de Israel en el que la aviación bombardeó posiciones estratégicas de su rival. En el momento en que comenzó la contienda, un grupo de quince barcos mercantes procedentes de Bulgaria, Checoslovaquia, Francia, Polonia, Suecia, Alemania Occidental, Reino Unido y Estados Unidos acababan de entrar en el Canal de Suez y quedaron bloqueados bajo el vuelo raso de los cazas israelíes.
Uno de los barcos fue hundido por error y el resto decidieron retirarse hasta el Gran Lago Amargo y atracar allí, esperando a que pasara la tormenta. Mientras tanto, Egipto bloqueó uno de los extremos del canal hundiendo un barco para que cortara el paso y colocando explosivos con el fin de que ni Israel ni sus aliados pudieran utilizarlo. La guerra terminó unos días después pero Egipto mantuvo el bloqueo en el canal y este fue innavegable hasta 1975 cuando, después de la Guerra del Yom Kippur, Egipto e Israel llegaron a un acuerdo y se reanudó su circulación.
Y, ¿qué pasó con los quince barcos que habían quedado atrapados al comienzo de la guerra? Pues siguieron allí durante los ocho años de bloqueo ya que ninguno de los países a los que pertenecían fueron capaces de llegar a un acuerdo ni con Egipto ni con Israel. Este conjunto de naves pasó a conocerse como la Yellow Fleet (Flota Amarilla), debido al color que la constante exposición a la arena dejaba en los barcos. Las compañías propietarias se negaron a abandonar sus navíos allí, así que mantuvieron ocupados con tripulaciones que se iban turnando y cuidaban de los barcos.
Los marineros que vivieron esta extraña situación fundaron la Asociación del Gran Lago Amargo (GBLA por sus siglas en inglés) y realizaron toda clase de actividades para soportar la espera: organizaron sus propias olimpiadas paralelas a las de México de 1968, se hacían sesiones de cine y se celebraban misas e incluso llegaron a crear su propio servicio postal con sellos que tuvieron curso legal.