Si quieres ver el documental entero:
Historia de la Isla Verde
En las aguas más occidentales del Mar Mediterráneo y en el interior de la Bahía de Algeciras se encontraba la Isla Verde. De forma triangular, se trataba de un afloramiento rocoso, situado a 800 metros de la costa con una altura de 8 metros sobre el nivel del mar, estaba rodeada de escollos y arrecifes.
Los periplos y los tratados de Geografía antiguos siempre han hecho referencia de la existencia de islas en el Estrecho de Gibraltar. La Isla Verde se haya situada en el enclave de las columnas de Hércules donde, en la antigüedad, se suponía que acababa el mundo conocido. Esta situación le da un alto valor ya que aquí llegarían pueblos desde época fenicia.
Los fenicios son el gran pueblo marinero y mercantil de la antigüedad. Con sus barcos y mercancías recorrieron todo el Mediterráneo, siendo El Estrecho de Gibraltar uno de sus enclaves más importantes. La ubicación geoestratégica de la isla en el interior de la Bahía de Algeciras y la existencia de un fondeadero natural protegido por escolleras, la sitúan hipotéticamente como posible base de operaciones fenicia.
Y llegó Roma. Y el Mar Mediterráneo se transformó en el «Mare Nostrum» y una ciudad creció junto a la Isla: Iulia Traducta. El hallazgo de varias factorías de salazón de pescado, anzuelos de bronce y agujas para la reparación de redes de pesca, confirman que la pesca y sus procesos de conservación para su posterior comercialización, eran las actividades sobre las que giraba la economía de la ciudad.
La primera referencia escrita sobre la isla aparece en época musulmana. Cuentan los historiadores y geógrafos árabes que Al-Yazira al-Jadra, la Isla Verde, pertenecían al enigmático Conde Don Julián. Probablemente el último Conde Bizantino del Estrecho y que fue quien abrió las puertas de la Hispania visigoda a Tariq ibn Ziyad.
Después del desembarco de Tariq en Gibraltar en el año 711, se dirigió hacia Algeciras, donde instaló un campamento en la Isla Verde. Dejando allí a su concubina Humm Hakim, que dio nombre a la isla como Yazirat Umm Hakim, o la isla de Umm Hakim.
Durante el periodo de la conquista, geográficamente la isla va a tener un lugar significativo ya que vemos cómo se han fosilizado la toponimia del Estrecho, los nombres de los principales caudillos que llegaron, como Tariq que da nombre a Gibraltar. Pero como explica Ana Berenjeno, «también se quedó fosilizado durante muchísimos años el nombre de la concubina que venía con Tariq, llamada Umm Hakim, nombre con el que se conoció a la isla durante la edad media«.
Por su parte, Antonio Torremocha argumenta que «la actualmente conocida como Isla Verde en la Edad Media, en época musulmana, no se llamaba así, su nombre era isla de Umm Hakim, que era una esclava de Tariq, que fue dejada en la isla cuando éste se va a conquistar Hispania».
A los pies de los Montes Transductinos, Tariq derrotó al rey Rodrigo, el rey de los visigodos, en la batalla del Guadalete. Y la historia de la Península Ibérica dio un giro: Al-Andalus había nacido y Al-Yazira al-Jadra fue su cuna.
Durante los sucesivos asedios castellanos de Algeciras, la Isla Verde, fue objetivo y pieza clave de todos ellos. Pero el sitio más decisivo fue el de Alfonso XI, que aprovechó la Bahía y su isla, para establecer un bloqueo naval. Consiguiendo conquistar la ciudad en 1344 gracias a la coalición naval castellana, aragonesa y genovesa, que luchó por el control de las aguas del Estrecho contra la escuadra granadino-meriní.
La ciudad volvió a formar parte de Castilla durante 25 años, pero en octubre de 1369, el enclave portuario, cuya conquista había costado tantos esfuerzos al rey Alfonso XI, volvió a soberanía musulmana en la persona del emir de Granada Muhammad V, tras un asedio que duró apenas tres días.
Diez años más tarde, en 1379, el propio rey granadino tomo la decisión de destruir completamente la ciudad y abandonarla para evitar que el enemigo castellano pudiera volver a ocuparla. La ciudad quedó arruinada y abandonada pero la Isla, la Isla verde continuó su historia.
Y siguió siendo llave del Estrecho y así, en la famosísima obra de Piri Reis sobre la navegación, originalmente compuesta en 1525 y dedicada a Soliman I el Magnífico, la isla aparece bien marcada y sobre ella se dibuja una fuerte torre.
La Iila, como la ciudad, vuelve a la historia cuando Gran Bretaña se apodera de Gibraltar en el siglo XVIII y España convirtió la Isla Verde en una posición defensiva y ofensiva, elevando en ella un fuerte bien provisto de cañones desde donde enfilar Gibraltar y defender la Bahía.
Sería el ingeniero militar, Jorge Próspero de Verboom, el que descubra las potencialidades portuarias y defensivas del fondeadero de la Isla Verde. Este militar, experto en fortificaciones, quedó admirado de las que contempló arruinadas en Algeciras y propuso a Felipe V, la construcción de fuertes de artillería en diversos lugares de la costa del Campo de Gibraltar.
Aunque existía una batería provisional en la Isla Verde desde 1720, hasta el año 1734 no se acometió la fortificación del enclave insular, mediante el proyecto del ingeniero militar Juan de Subreville que elaboró diversos planos sobre las diferentes etapas constructivas del fuerte.
El conjunto defensivo constaba de tres baterías que apuntaban hacia el Este, Norte y Suroeste. Un acuartelamiento para la tropa, el recinto defensivo con una puerta de ingreso que miraba hacia la playa del Chorruelo y un polvorín.
Pero sin duda alguna, el acontecimiento bélico que marcó la historia del Fuerte de la Isla Verde fue la «Batalla de Algeciras» de 1801, que nos explica el Doctor en Historia Antonio Torremocha:
Cuando las tropas napoleónicas invadieron Andalucía y llegaron al Campo de Gibraltar a comienzos de 1810, mientras los ahora aliados británicos y marinos portugueses destruían la línea de contravalación frente al Peñón y todos los fuertes costeros, bajo el pretexto de evitar que fueran ocupados por los franceses en su avance. El Fuerte de la Isla Verde se salvó de esa destrucción, siendo por el contrario fortificado en su frente de tierra por las tropas británicas que la guarnecieron a partir de entonces.
La nueva coyuntura bélica, por tanto, cambia el cometido del Fuerte de la Isla Verde, convirtiéndose en refugio para el Ayuntamiento de Algeciras, que se instala en la isla llevando consigo su archivo y objetos de más valor. Tras la finalización del conflicto bélico, el fuerte se va deteriorando tras el abandono de los aliados al finalizar la Guerra de la Independencia.
Una década más tarde, se repite un acontecimiento bélico, pero esta vez la isla acabó rindiéndose tras una batalla. A punto de finalizar el trienio constitucional, algunas tropas liberales se refugian en el Fuerte de la Isla Verde, quedando a salvo de las fuerzas absolutistas y francesas.
Pero Algeciras fue ocupada por tierra y el Fuerte de la Isla Verde fue atacado por dos fragatas francesas al mando del capitán Le Marant. Tras un duro cañoneo en el que el fuerte, defendido por el coronel de ingenieros Mariano del Río y una corta guarnición, logró dañar gravemente a una de las fragatas enemigas. Finalmente la Isla Verde capituló el 15 de agosto de 1823, pasando a manos de los absolutistas.
La Isla Verde todavía era considerada un punto militar de primer orden. Su posición avanzada para dar cobertura a la ciudad y defender el fondeadero de los buques que buscasen abrigo en el puerto de Algeciras, le daban toda su importancia. En diciembre de 1825 un temporal provocó el desprendimiento de dos lienzos de las murallas, que por ser entonces un muro de poca consistencia y mala cimentación apenas si constituían defensa alguna.
No se pudo acometer su reconstrucción hasta el año 1829, reparándose entonces todos los edificios y trabajándose en el recinto en las nuevas murallas o revestimientos de los terraplenes de los frentes norte y este desde el arranque de sillares en la cantera, cajas abiertas en piedra viva para cimientos, rellenos de éstos con los mismos sillares, las hiladas siguientes sobre la retreta y parte de mampostería ordinaria con sus terraplenes. Pero faltó de nuevo el dinero y cesó la obra, quedando sin concluir las nuevas murallas y sin que desde entonces y hasta el año 1845 se volviera a hacer nada en el fuerte, reconstruyéndose entonces el pedazo de muralla arruinada en el año 1825 y quedando por fin todo el recinto en buen estado, así como los parapetos y explanadas.
Diez años más tarde, el ingeniero Jaime Font proyectaría el nuevo faro de 6º para la Isla Verde, cuya torre para la linterna es la que ha llegado hasta nuestros días, y que vendría a sustituir un año más tarde a la antigua farola del gremio de mareantes.
Años más tarde, fueron varios los proyectos militares para ampliar el perímetro fortificado de la Isla Verde apoyándose en los arrecifes que circundaban la Isla. Sin embargo, ninguno de aquellos proyectos tuvo ocasión de llevarse a cabo, de forma que a finales del siglo XIX la importancia militar apenas si se reducía a servir como almacén de munición o penitenciaría militar.
No obstante, en 1875 se aprobaba el presupuesto y proyecto de un muelle embarcadero militar en la propia isla Verde, que se construyó apoyado en su playa arenosa al oeste. Terminándose las obras, que fueron ejecutados por el Ramo de Guerra, en el año 1890.
En 1914, la Junta de Obras del Puerto de Algeciras solicitó al Ministerio de Guerra la cesión de la Isla Verde como base indispensable para las obras del dique rompeolas que se proyectaba.
Por aquel entonces, el fuerte, al que apenas si se atendía ya a su mantenimiento, tenía derrumbado un trozo de muralla de unos 50 metros de longitud en la parte Sur de la misma. Por fin, mediante una Real Orden suscrita el 14 de febrero de 1919, se accedió a la cesión temporal de terrenos y almacenes en la Isla.
A cambio, la Junta de Obras del Puerto se comprometía a construir un almacén para municiones y un polvorín en los terrenos que el Ministerio de Guerra poseía en la punta de San García (hoy Parque del Centenario), para que las municiones y el personal militar, que aún se hallaba establecido en el Fuerte, pudieran trasladarse y abandonar las instalaciones insulares.
La Isla Verde como enclave portuario
A mediados del siglo XIX, no había en Algeciras una infraestructura marítima que se pudiera considerar como puerto artificial. Las lanchas y embarcaciones de poco calado encontraban refugio para la carga y descarga en el cauce final del río de la Miel. Mientras que los barcos de mayor calado fondeaban al abrigo de la Isla Verde.
El primer proyecto de ampliación del puerto de Algeciras con las nuevas características técnicas y bajo una nueva ordenación jurídica, fue elaborado por el ingeniero Juan Martínez Villa en 1859. Consistía fundamentalmente en dos grandes obras. Por un lado, la construcción de un dique desde la Punta del Rodeo hasta la Isla Verde. Y por otro, se proponía la construcción de un muelle que arrancaría de la desembocadura del río de la Miel hasta las piedras de la Galera. La ausencia de una Junta de Obras y de los medios económicos suficientes, impidieron que los proyectos presentados se hicieran realidad.
No será hasta finales del siglo XIX, cuando la ciudad verá cumplidos sus deseos de poseer un puerto que pudiera competir con el gibraltareño y que fuera el motor de su desarrollo. El proyecto vino de la mano de la inversión extranjera: The Algeciras-Gibraltar Railway Company Limited, luego Compañía del Ferrocarril de Bobadilla a Algeciras, que construyó el Muelle de Madera en la margen derecha del Río de la Miel, sobre el que discurrían las vías del ferrocarril y una grúa de vapor para la carga y descarga de mercancías.
Sin embargo, las dificultades de las operaciones de embarque y desembarque, sobre todo durante los meses de invierno, evidenciaron la necesidad de crear un dique o rompeolas para abrigas las aguas del puerto.
A principios del siglo XX, es cuando la Isla Verde se vincula al desarrollo de las instalaciones portuarias de la Junta de Obras y la morfología del puerto de Algeciras se va generando en base a diques y rellenos. La Junta de obras del Puerto se hizo cargo del Fuerte de la Isla Verde, que quedó integrado desde entonces dentro de las obras, ubicando en él almacenes y diversos talleres relacionados con los trabajos de ampliación del puerto.
Será en 1916, cuando se proyecta el «Rompeolas de Isla Verde», más tarde llamado Dique Norte, que establece una primera conexión física con la ciudad. Para su construcción, fue necesario proyectar una línea de ferrocarril de vía estrecha desde la cantera de los Guijos hasta la playa del Saladillo, donde se construyó un embarcadero especial para las vagonetas del ferrocarril. De allí, se transportaba la escollera en barcazas hasta el embarcadero de la Isla Verde, donde al lado del Fuerte, se construyó una explanada para el taller de bloques y diversos almacenes. En el taller de bloques, se instaló una grúa Goliat, que trasladaba los bloques de un punto a otro con la ayuda de una grúa Titán, que los recogía y depositaba en el fondo con la ayuda de buzos.
Sin embargo, el aprovisionamiento de escolleras para las obras del Dique Norte a través de barcazas era costoso y lento. Por lo que se proyectó la construcción de un puente sobre pilotes para prolongar hasta la Isla Verde el ferrocarril de la Cantera.
Las obras del dique de Isla Verde se terminaron en 1932 y culminaron una demanda histórica de dar abrigo seguro a las operaciones de carga y descarga de los buques en el puerto de Algeciras.
Un año más tarde, se proyectó iniciar los trabajos de construcción del Dique Sur, que arrancaba en el extremo suroeste del muro del Fuerte de Isla Verde, junto al faro, y en uno de los arrecifes al sur de la isla.
El auge de la actividad pesquera en el puerto de Algeciras a partir del año 1920 hizo necesaria la construcción de un varadero para atender a la flota pesquera que tenía su base en el puerto algecireño. Así fue como la Junta de Obras eligió una zona del litoral suroeste de la Isla Verde, frente a la dársena del Saladillo y a respaldo del Dique Sur, para instalar el citado varadero, que estuvo operativo desde los años finales de esa década.
Y aún tuvo la Isla Verde ocasión de demostrar en el siglo XX su valor defensivo. El puerto de Algeciras fue utilizado como base naval durante la pasada Guerra Civil y en plena II Guerra Mundial. Por lo que en el año 1941 las murallas de la antigua Isla Verde volvieron a fortificarse para la defensa del puerto con dos blocaos para ametralladoras enmascarados en la propia muralla, en los frentes norte y sur, y un emplazamiento para un cañón de costa de tiro rápido Nordenfelt en su frente este.
La necesidad de prolongar el Dique Norte para habilitar nuevas líneas de atraque y posibilitar la instalación de combustibles líquidos en la isla, hizo necesario sustituir el puente por superficie de rellenos que se extendería hasta la playa de El Chorruelo. Así, se posibilitó el acceso de camiones y una doble vía de ferrocarril, energía eléctrica, teléfono y alumbrado.
En la década de los 70, se proyectan dos grandes obras de infraestructuras. Por un lado la construcción del muelle de la Isla Verde y, por otro, la prolongación del Dique Norte. El proyecto del Muelle de la Isla Verde consistía en el relleno de la dársena situada al noroeste de la Isla Verde, lo que habilitaría una superficie de unas 18 hectáreas para uso comercial.
En 1975, Sea-Land Ibérica traslada su base operativa de Cádiz al puerto de Algeciras. Unas tarifas competitivas y el mayor calado de la dársena algecireña, facilitaron el cambio a la nueva terminal, denominada Sabas Marín.
El crecimiento del tráfico comercial del muelle de la Isla Verde, en especial el de contenedores, hizo necesaria la ampliación del muelle en dirección sur para poder disponer de mayor superficie para el patio de contenedores de Sea Land Al mismo tiempo, se acometieron las obras de ampliación en dirección oeste para ampliar la línea de atraque y habilitar un nuevo muelle para el tráfico Ro-Ro.
Durante este período, una vez que los almacenes y talleres de la Isla Verde dejaron de tener ese uso, se construyeron viviendas para los empleados de la Junta de Obras del Puerto, que permanecieron hasta su demolición entrado ya el siglo XXI.
Las previsiones de crecimiento del tráfico de pasajeros y mercancías obligaron a la habilitación de nuevas superficies de aguas abrigadas, que se plasmaron en el Proyecto de prolongación del Dique Norte. Consistía en la ampliación del dique de abrigo en más de 700 metros y un calado de 14 metros para habilitar un muelle de avituallamiento y, además, poder recibir barcos de hasta 75.000 toneladas de carga.
A finales del siglo XX, la creciente demanda en el tráfico de contenedores ha propiciado la ampliación exterior de la Isla Verde, en dirección Este. El muelle este de Isla Verde Exterior -el más alejado del actual recinto portuario- tiene una extensión de 1.360 metros y un calado de 18,5 metros.Lo que permite que los grandes buques portacontenedores puedan atracar sin problema alguno.
La ampliación de Isla Verde Exterior ha costado más de 510 millones de euros y en ella se asienta el futuro más cercano del puerto de Algeciras: la tercera terminal de contenedores. Lo que va a permitir un nuevo impulso que unido al desarrollo del ferrocarril, favorecerá un nuevo despegue del puerto de Algeciras de cara a seguir siendo el primer puerto de España y uno de los más importantes del mundo.
Todas estas ampliaciones del puerto de Algeciras, han hecho que la Isla Verde pierda su insularidad, pero todavía pervive el recinto amurallado, que a pesar de caer en el olvido, su pervivencia está garantizada debido a la declaración como Bien de Interés Cultural en la categoría de monumento, en 1985.
La puesta en valor del Fuerte de la Isla Verde
Corrían los últimos meses del año 2003, cuando el Consejo de Administración de la Autoridad Portuaria de la Bahía de Algeciras abordaba el “Plan Especial de Ordenación de la Zona de Servicio del Puerto en el Término Municipal de Algeciras”, en el que se contemplaba el recinto amurallado de la antigua Isla Verde como equipamiento cultural.
El primer contacto de la arqueología con el Fuerte de la Isla Verde, fue en ese mismo año. Gracias a un control de movimiento de tierras, los restos del pavimento del cuartel principal volvieron a ver la luz. En el 2006, año que coincide con los actos conmemorativos del centenario de la Conferencia de Algeciras, se lleva a cabo una gran intervención para la localización de restos y su puesta en valor.
Es en este momento, cuando se recupera el blocao que mira hacia el norte y, también, cuando la muralla empieza a contarnos su propia historia. Como aparecidas de la nada, vuelven a ver la luz las cuatro troneras que miran hacia Gibraltar.
Este frente oriental es nuevamente artillado con un cañón que siempre estuvo en la isla y con dos cañones de a veinticuatro, cedidos por el RACTA número 4, que luego fueron montados sobre cureña de madera reproduciendo el modelo de la época.
Desde aquella primera fase de recuperación de la muralla del fuerte transcurrieron diez años, una vez finalizaron las obras portuarias de la ampliación y consolidación de Isla Verde Exterior.
La segunda fase, que comienza a finales de 2018, vuelve a retomar las labores de limpieza, consolidación y restauración de la muralla, gracias a la financiación del Programa 1’5% Cultural, el sistema de ayudas del Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana para la conservación del patrimonio arquitectónico.
En esta fase, destacan la reconstrucción de una parte del lienzo occidental, que había sido maltratado a principios del siglo XX y había sufrido el embate de las olas por parte de fuertes temporales.
Otras actuaciones notables son la reconstrucción de la puerta de entrada. A lo largo de casi todo el perímetro se ha levantado el parapeto que forma parte de la muralla, sobre la base de los restos encontrados.
Tras estudiar la muralla detenidamente, se han recuperado las dos troneras de la batería construida por los ingenieros británicos que guarnecieron la Isla Verde durante la Guerra de la Independencia para defensa del acceso al fuerte por el frente de tierra. También se han reabierto las aspilleras de uno de los muros de acceso por donde antiguamente tiraban los fusileros que defendían la puerta de acceso al fuerte. Estos soldados, se servían de banquetas y escaleras de piedra adosadas a la muralla, también reconstruidas.
Tras los derribos de construcción actuales en la zona sur, han sido recuperadas las baterías de San García y la batería principal de la Bahía, donde aparece la base de un cañón giratorio. Esta vez, será el Ayuntamiento de Algeciras quien dote al fuerte con algunos ejemplares de cañones procedentes de los fondos municipales.
Para abastecerse de agua, los soldados se servían de pozos y aljibes. Durante las labores arqueológicas fue localizado el pozo de Umm Hakim, mencionado por el geógrafo medieval Idrisi, y un aljibe al faro de Jaime Font, quien también proyectó el Faro de Chipiona.
Finalmente, ha sido localizada la entrada del blocao 290 que mira hacia el suroeste, por lo que se ha podido proceder a la restauración del mismo para hacerlo visitable.
La Autoridad Portuaria de la Bahía de Algeciras considera este proyecto, uno de los más emblemáticos de cuantos se han llevado a cabo fuera del ámbito meramente portuario. Supone la recuperación de un bien de interés, patrimonio cultural de todos los algecireños, que en un futuro próximo van a poder disfrutar de uno de los monumentos que reflejan la larga e importante historia de este enclave.
Muy pronto, el visitante podrá contemplar el perímetro amurallado en su totalidad, pudiendo interpretar por sí mismo los restos localizados y diferenciar claramente los diferentes elementos de una fortificación que va evolucionando en épocas diferentes. El exterior del recinto ha sido delimitado para poder contemplar la muralla desde el exterior y acoger al público que se desplace al yacimiento en vehículo o a pie.
A pesar de que la isla es un lugar emblemático para Algeciras, no en vano, de ella procede el nombre de la ciudad, los algecireños desconocen su ubicación y, a veces, su existencia. Su apertura al público será el verdadero descubrimiento.
La previsión de la Autoridad Portuaria una vez finalizados los trabajos de la 2ª Fase en este año 2021, es comenzar la tercera y última fase en 2022, de forma que la definitiva apertura a las visitas del público pueda ser una realidad en 2023.
Para ello, la Autoridad Portuaria ya trabaja en la definición y alcance de este proyecto, con el que se prevé recuperar la batería norte, elementos singulares del fuerte y la construcción de un centro de interpretación que integre la torre del antiguo faro y que junto con la musealización del recinto ofrezca al visitante un viaje al pasado, a la historia del fuerte, de la ciudad de Algeciras y, en esencia, también de su puerto.
Fuente: https://www.elestrechodigital.com/