La huella de los comerciantes ingleses que arribaron a Gran Canaria en la primera mitad del siglo XIX quedó en muchos edificios y lugares de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria. A ellos debemos el puerto de refugio, construido en 1883 por la casa Swanston and Company, y la prosperidad que esta obra trajo consigo. También, entre otros adelantos, el teléfono, implantado por Diego Miller en 1891, con capacidad para cien abonados.
A poco que uno excarva en nuestra historia se da cuenta de que Gran Canaria fue durante el siglo XIX y principios del XX una extensión de Inglaterra, incluso me atreverería a decir que una colonia. La huella británica sigue presente, y si hay un lugar donde aún puede palparse es en el Club Inglés, en el 274 de la calle León y Castillo.
Quien conoce bien la historia del puerto y la importancia de la presencia de los ingleses en la isla de Gran Canaria es José Juan Rodríguez Castillo, viejo lobo de mar y presidente de la Asociación de Coleccionistas Marítimos de Canarias (ACCOMAR).
No en vano eligió el Club Inglés para celebrar, hoy 9 de enero de 2020, el almuerzo anual que la asociación brinda a sus componentes, y que contó con la presencia de distinguidas personalidades, entre ellas, la de D. Antonio Morales, Presidente del Cabildo de Gran Canaria.
Tuve el honor de acudir como invitado. Cuando traspasé el umbral sentí que retrocedía en el tiempo, y ya saben lo que disfruto con eso. He aquí mis impresiones del lugar y del evento.
En la fachada del edificio la bandera española ondea junto a la inglesa. Tres escalones de piedra separan la primera planta del aparcamiento. Unos azulejos hidráulicos con motivos geométricos presiden la entrada, y dan paso a un suelo de madera sobre el que descansa una alfombra persa. El piso se inclina levemente a la izquierda, debido a que la casa está construida sobre la arena y ha ido hundiéndose con el tiempo.
Una vez dentro llama la atención el espacioso salón con chimenea, el desgastado sofá de cuero marrón y la preciosa escalera. Imagino al aviador Charles Lindbergh sentado junto al fuego repasando su plan de vuelo. Un camarero entra en escena, me saluda y el piloto se desvanece. Me indica que el almuerzo es arriba. Subo la escalera y me distraigo con las fotografías y documentos que cuelgan de las paredes. No soy el primero en llegar. En el bar los invitados conversan y disfrutan de los canapés y de las bebidas. Presentaciones de rigor y algo de conversación. Pasamos al comedor y disfrutamos de la comida.
Después del postre, el presidente de ACCOMAR se levanta y repasa la trayectoria de la asociación, y habla de nuevos proyectos para este año que comienza: exposición sobre los ingleses en Canarias; conmemorar el 90 aniversario de Flick en Canarias; Magallanes, Elcano y La Vuelta al Mundo.
También habla de la necesidad de disponer de un Aula del Mar, un espacio dedicado a rescatar la historia marítima de nuestra isla con exposiciones, conferencias, presentaciones… Señala que el lugar ideal sería en Sardina del Norte, antiguo puerto de gran importancia. Llega el café y la reunión toca a su fin. Bajo la escalera y mi imaginación vuelve a hacer de las suyas. Me parece ver a Agatha Christie pasar a toda prisa por el corredor y desaparecer en una de las dependencias. Cuánta historia entre estas paredes.
Fuente: https://blogs.canarias7.es/retrografias/
Fotografía: Sergio Hernández de León Perdomo