Los 15 tripulantes del buque gasero español CELANOVA, abandonado en aguas de Filipinas desde diciembre del año pasado, han percibido cuatro de los ochos meses de sueldo que les adeuda el propietario, la empresa española Globalgas, que amparándose en el estado de quiebra les ha dejado de pagar desde el mes de octubre de 2019. El CELANOVA fue remolcado hasta la bahía de Manila tras perder la pala del timón.
La medida ha sido posible gracias a la mediación incansable de la Federación Internacional de Trabajadores del Transporte (ITF). Su coordinadora en España, Luz Baz, ha explicado a NAUCHERGlobal que la previsión, después de los contactos que ha mantenido con la Dirección General de la Marina Mercante (DGMM), es que los dos tripulantes españoles sean repatriados a finales de este mes. Baz ha lamentado que, pese a que el Convenio sobre el Trabajo Marítimo de la OIT (ratificado por España y Flipinas) obliga a asumir la responsabilidad a un proveedor de garantía financiera, “nos ha costado mucho la negociación con American Club, ya que se escudaba en que el barco tenía carga de Irán, cuando la garantía financiera debe proteger a la tripulación, independientemente de la procedencia de la carga”.
De momento, los 15 tripulantes han percibido 186.000 euros, por lo que se ha cubierto apenas la mitad de la deuda financiera, que asciende a los 280.000. ITF continúa trabajando para que Globalgas reconozca íntegramente la deuda. Luz Baz indica que “ante la imposibilidad de embargar el barco por las garantías que solicitan en Filipinas, nuestro objetivo es que el propietario admite la deuda y los tripulantes puedan cobrar los otros meses que les deben”.
Espera de cinco meses
La ITF notificó el abandono de los marinos el pasado mes de febrero al American Club, el proveedor de garantía financiera, con sede en Nueva York. Desde hace cinco meses, los tripulantes han estado esperando el pago de las cuatro nóminas, tal como establece el convenio, y los gastos de repatriación. Ahora, finalmente, los marineros han divisado un pequeño rayo de luz para resolver su dramática situación.
Baz considera que la mejor opción para la tripulación hubiera sido la venta y, pese a que hubo empresas interesadas en adquirir el gasero, la presión ejercida por el banco Abanca ha frustrado la operación. La solución emprendida, que implica abandonar el gasero en Filipinas, el embargo por los acreedores y la subasta posterior no parece a priori la más adecuada para todas las partes. El CELANOVA, que a partir de ahora estará abandona en la bahía de Filipinas, perderá cada día más valor y será un vector de contaminación cuando se proceda a su achatarramiento. Una vez más, se ha constatado que los tripulantes son el eslabón más débil de la cadena cuando se producen estos episodios. Unos tripulantes, que lo único que anhelan es volver a casa y reprender su actividad para recuperar los ingresos gracias a su trabajo.
Fuente: https://bit.ly/2R0jZ2l